Espejismo
- Josefina Carrera Schisano
- Jan 19, 2023
- 2 min read
Updated: Apr 5, 2023
Me retuerzo dolorosamente en mi cama, la que parece más un lecho de muerte, y estoy segura que desde afuera debo parecer como convulsionando. El maldito celular bajo mi almohada vibra una y otra y otra vez, sin dejarme tranquila, hasta que logro por fin silenciarlo, semidormida. De reojo, alcanzo a leer algunos mensajes:
“Te extraño”
“Lo siento”
“Fui un tonto”
“Perdóname”
“Te quiero”.
Y vuelvo a caer plácidamente dormida, por algunos minutos más, los que se sienten como unas cuantas horas…
Un rayito de sol comienza a picarme en el rostro como un zancudo hambriento, y en vulgares términos: me cago de calor. Y es que cada segundo que pasa, este cuarto se parece más a un infierno, sinceramente.
Me despierto ansiosa, con un nudo en el estómago y el corazón en la mano, y me siento de golpe. Busco torpemente el celular entre las sábanas mientras refunfuño y lanzo un grito ahogado… El aparato parece haber sido tragado por arena movediza. No alcanzo a terminar de desesperarme cuando lo veo ahí tirado en el suelo, sin antes, claro, haber desarmado y deshecho todo a mi alrededor. Lo alcanzo sin levantarme y lo doy vuelta; obviamente, sin batería. Mejor ni les cuento el calvario de encontrar un cargador funcional en este averno, pero lo logro. Y espero. Espero paciente hasta que esa frutita de mierda se aparece ante mis ojos y me deja por fin desbloquear la contraseña para entrar a ver mis mensajes.
Aceleradamente, busco y busco la conversación que tan lucidamente leí durante la madrugada. Y sigo buscando, revisando entre mis archivados y entre las demás aplicaciones. Y sigo buscando, entre la papelera y las solicitudes de mensajes. Y lo repito por una segunda, tercera, cuarta vez...
No es hasta haber desarticulado todo, hasta mi paz mental, que finalmente me rindo y caigo en la cuenta… No hay mensajes, ni uno solo; todo fue un sueño, un espejismo. ¿O una pesadilla?
No están los mensajes, pero tampoco estás tú, porque te fuiste como un perro cobarde, así sin avisar, sin siquiera despedirte. No estás, ni tampoco tu rastro, y menos el cariño que te tenía. No está tu recuerdo, no está tu olor y no está la llama de amor que algún día pensaste que ardería por siempre en mi corazón. No están tus fotos, ni la profunda oscuridad de tus ojos.
Ya no queda nada de ti: te lo llevaste todo cuando decidiste partir, y yo dejarte ir.
19/01/2023 - Josefina Carrera Schisano

Comentarios