Peur à l’inconnu

En la inmensidad de su dolor, la adolescente me cuenta sobre los pensamientos oscuros (pensées noires) que la traen a mi consulta: cuando se ve superada por la angustia y la frustración, los deseos de azotar su cabeza contra la mesa del comedor hasta explotarla se vuelven prácticamente incontrolables, pero logra siempre volver a su cuarto, a rastras.

Se tiende sobre su cama, deshecha desde el día anterior, y se cubre hasta la cabeza con una frazada de dudosa procedencia, tratando de esconderse de sus miedos, los que la persiguen incluso mientras intenta quedarse dormida con todas sus fuerzas. Apresada por la cobertura, realiza movimientos torpes y bruscos tratando de liberarse, lo que le trae perturbadores recuerdos de su aterradora estadía en un hospital psiquiátrico para adultos, a las afueras de la ciudad. Es entonces cuando una ola de calor la ahoga y la hace transpirar, hasta rápidamente quitarle el aliento, nublarle la vista y quebrarle la voz con la que intenta pedir ayuda en un susurro que nadie oiría a través de esas gruesas paredes de hormigón, y menos a esas alturas de la noche...

En ese estado, la adolescente se acerca a la ventana, tambaleando, y la abre de par en par, sorprendida de que la súbita entrada de una gélida corriente no lograra apaciguar el ardor de su pecho en lo más mínimo. Con los pies descalzos, se acerca un poco más al borde y, sin mirar abajo, toma una larga bocanada de aire, la que no la refresca en lo absoluto. Por un instante, entregada a saltar desde aquel séptimo piso, decide acercarse un poquitito más al borde, y esta vez no logra evitar fijar la mirada en el lejano suelo de concreto que la espera ante el inminente impacto. Temblorosa, da un paso hacia atrás, arrepentida.

El temor al vacío, lo que ella describe como “la peur à l’inconnu”, la lleva a cerrar rápidamente la ventana y volver a la cama, cuestionándose su propia cobardía. “Quelle débile”, exclama, con sus mejillas tornándose rubicundas de la vergüenza y la impotencia.

Y es así como decide mantenerse despierta y pasar una nueva noche en banda, o al menos, hasta que los miedos decidan agotarse de tanto atormentarla y tomen la iniciativa de irse a dormir primero, pues nadie en su sano juicio, ni siquiera su temor más oscuro, aguantaría permanecer tantos días continuos en vela sin volverse loco/a.

15/04/2022 - Paris, France.