Pródromo
- Josefina Carrera Schisano
- Nov 2, 2020
- 2 min read
I. PRIMERA PARTE
"Me vienen siguiendo", le digo por sobre el hombro a Daniela, apenas nos subimos al metro.
"¿De qué me estas hablando? ¿Quién nos sigue?", susurra atropelladamente mientras rueda sus ojos a nuestro al rededor, como en la imposible misión de buscar un sospechoso entre la aglomeración de la hora punta. Mi compañera de vagón está mucho más nerviosa que yo.
"Aún no logro dilucidarlo", respondo, con una fatalidad casi serena. "Sólo sé que me vienen siguiendo desde que salí de mi casa esta mañana."
II. SEGUNDA PARTE
Me duele el pecho, y pienso en lo patético que sería morir acostada entre estas sábanas sucias que se me pegotean a la piel cada vez que hago un movimiento en falso.
Me duele, y me sigue doliendo, impidiéndome volver a mi superficial descanso, el que al menos me permitía escapar de la realidad por breves instantes.
Me agobia el dolor al punto que doy un grito ahogado, pero me muerdo la lengua... Me niego a ganarme el desprecio de quienes comparten esta fría habitación conmigo, pese a no conocer ni sus nombres.
El gigante me oprime cada vez con más ganas, como queriendo reducirme a polvos y cenizas. Pobrecito, todavía no se da cuenta que ya es demasiado tarde...
III. TERCERA PARTE
Arremeto por callejones oscuros, sola, jadeando. Tropiezo reiteradamente pero voy descalza, así que puedo mantener el ritmo sin azotarme contra la calzada. Estoy dispuesta a ser objeto de las oportunidades con tal de escapar de quien me viene pisando los talones.
Cuando creo que por fin logré perderle el rastro, me reencuentro de frente con mi peor pesadilla: unos ojazos que no lograría desconocer ni aunque volviera a nacer...
Qué agonizante es tratar de dejar de ser la amante del Diablo.
Solo espero que, algún día, alguien logre borrarle esa estúpida y perfecta sonrisa del rostro.
27/10/2020

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